Cómo viajar del aeropuerto de Copenhague-Kastrup al centro de la ciudad
Tren
Es quizás la opción más cómoda y rápida, pues cubre el trayecto en sólo 12 minutos. Hay muy buena frecuencia, ya que parte cada diez minutos y te deja directamente en la Estación Central de Copenhague, que está pegada al Tivoli y al Ayuntamiento. El ticket cuesta 36 coronas danesas (5 euros), aunque si disponéis de la Copenhaguen Card no os costará nada.
Un paseo por el Churchill Parken de Copenhague
La capital de Dinamarca es una ciudad fantástica para pasear. Tiene un tamaño bastante aceptable para ir caminando o en bicicleta a las zonas más interesantes y una gran variedad de paisajes urbanos. Hoy daremos un paseo por el Churchill Parken de Copenhague.
Este enorme y hermoso parque se ha hecho famoso por estar muy próximo a la célebre estatua de La Sirenita, ya que mucha gente aprovecha su caminata por el paseo marítimo para acercarse hasta el Churchill Parken que queda a muy pocos pasos.
Se trata de uno de los pulmones verdes más grandes de Copenhague, y además de tener mucha vegetación y aves, tienen un montón de monumentos y edificios muy interesantes.
Rådhuspladsen, el corazón de Copenhague
Ahora que llega el buen tiempo los países escandinavos como Dinamarca sacan a relucir todos sus encantos y se convierten en lugares perfectos para viajar por sus agradables temperaturas. Hoy vamos a conocer la Rådhuspladsen, el corazón de Copenhague.
Todas las ciudades del mundo tienen un lugar así, una plaza donde reunirse para celebrar o llorar en los momentos importantes. Salvando las distancias, Rådhuspladsen sería el equivalente danés a nuestra Puerta del Sol, el Times Square de Manhattan o la Plaza del Zócalo en DF.
Lo primero que os llamará la atención de esta plaza es que siempre está atestada de gente. Sea la hora que sea veréis a turistas y daneses tomando algo en sus terrazas, fotografiando sus bellos monumentos y edificios, o simplemente paseando de una punta a otra.
Saca todo el jugo a la capital de Dinamarca con la Copenhagen Card
Una excelente opción para sacarle todo el jugo a la capital de Dinamarca es la Copenhagen Card. Se trata de una tarjeta que te da muchas ventajas en la utilización de los transportes públicos y en las entradas de museos.
La Copenhagen Card puede expedirse por un periodo de 24 o 72 horas de validez, lo cual viene genial para escapadas de fines de semana.
Los que obtengan la Copenhagen Card pueden utilizar sin coste adicional todos los transportes públicos urbanos de Copenhague, es decir autobuses, metros y trenes, incluyendo los que circulan por el norte de Setlandia y hasta Koge y Roskilde por el sur. Y por supuesto el tren desde el aeropuerto al centro de la ciudad.
Copenhague: Nyhavn, una calle de postal
La capital de Dinamarca tiene rincones realmente preciosos, pero si me tuviera que quedar con algún lugar especial de Copenhague, sería Nyhavn, una calle de postal. Es una vía colorida, muy animado y con un aspecto muy pintoresco gracias al canal y sus veleros.
Llegar hasta Nyhavn desde el centro de Copenhague es cuestión de unos minutos. El precio que tendréis que pagar es un agradable paseo por Strøget desde Rådhuspladsen. No tiene pérdida.
Copenhague: Strøget, la calle peatonal más larga de Europa
Strøget es la calle peatonal más larga de Europa y la arteria principal de Copenhague. Para ser totalmente sinceros, son varias calles distintas que unen plazas muy importantes de la ciudad como Rådhuspladsen, Kongens Nytorv y los bellos canales de Nyhavn.
Lo normal es recorrer esta fantástica serie de calles desde la plaza del Ayuntamiento de Copenhague o Rådhuspladsen. Sea la hora que sea, la calle está abarrotada de gente en busca de alguna cosa que comprar o a la caza de un restaurante.
Copenhague: Cambio de guardia en Amalienborg
Una de las experiencias más turísticas de cualquier ciudad es el cambio de guardia, y la capital de Dinamarca no es una excepción. En Copenhague, el cambio de guardia tiene lugar en el Palacio de Amalienborg, que es donde reside la reina Margarita II.
De hecho, la familia real danesa vive en Amalienborg desde finales del siglo XVIII, y para demostrarlo, de vez en cuando salen al balcón a saludar a la gente que espera al cambio de guardia. Esto suele suceder sólo en ocasiones muy espaciales o cumpleaños de algún miembro de la familia real.
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